14 ago 2010

Vacaciones de ayuno y abstinencia

Badajoz 11.08.10 - ROCÍO SÁNCHEZ RODRÍGUEZ | hoy.es
El imán de la mezquita de Badajoz, Adel Najjar, tiene el móvil apagado. Y no lo encenderá hasta que no pasen, al menos, 30 días. La razón es clara: se ha marchado a su ciudad de origen, Gaza (Palestina), para celebrar allí el mes más intenso del año para la comunidad islámica, el Ramadán. Desde hoy, los 8.000 musulmanes que viven en la provincia de Badajoz no podrán comer ni beber (ni siquiera agua) mientras que el sol esté fuera. Tampoco podrán mantener relaciones sexuales ni decir palabras malsonantes. Así lo marca su religión. Sin embargo, cuando se hace de noche, fervorosos de distintos países como Angola, Marruecos, Paquistán, Sudán o Jordania se reúnen en torno a una mesa para volver a saborear alimentos y celebrar su fiesta particular.
En territorio pacense existen tres 'grandes' comunidades islámicas, con sus respectivas mezquitas: Badajoz (3.000 fieles), Almendralejo (500) y Don Benito (400). El resto de los adeptos se agrupa en pequeños núcleos repartidos por muy diversos municipios.
Al igual que Adel, son muchos los que, aprovechando que el Ramadán ha vuelto a coincidir este año con el verano (el calendario musulmán depende de la luna), se han ido de vacaciones para no tener que trabajar, por ejemplo, en el campo a pleno sol mientras hacen el ayuno. «Cada año Ramadán se va atrasando, yo recuerdo haberlo hecho en invierno. Si nos coge en febrero, abril o marzo, eso está muy bien, porque el día es más corto y aguantamos bien el hambre y la sed, pero ahor a en agosto va a ser muy complicado. Cuanto menos sol, mejor. Yo bebo cinco litros de agua al día cuando estoy trabajando», dice Mustapha Dasraoui, presidente de la comunidad islámica de Almendralejo. Él será uno de los que mañana dejará su trabajo como vendedor en el mercadillo para marcharse unos días a su país, Marruecos. «Como ahora los niños no tienen que ir al colegio, aprovechamos también para que vean a sus abuelos y a sus primos», apunta.
Desde Don Benito, el portavoz de la comunidad islámica, Yanal Bouragba, corrobora que conoce a muchos 'compañeros' que han optado por marcharse o, simplemente, coger vacaciones.
Ambos representantes aseguran que, dejando a un lado el calor, encuentran en sus pueblos de 'acogida' todo lo necesario para celebrar el mes del Ramadán «como es debido». Se sienten respetados por los demás vecinos y tienen en la propia localidad una carnicería -a la que acuden musulmanes de los municipios de alrededor- donde poder comprar el 'halal', es decir, la carne de vacuno apta para el Islam. El animal ha tenido que ser sacrificado mirando hacia La Meca y haber perdido toda la sangre por el cuello. Para certificar que así se ha realizado, las piezas de carne llevan una pegatina que acredita su 'pureza'.
Para los que se queden aquí, el de esta año será, sin duda, uno de los meses de Ramadán más calurosos que se recuerden.

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